El triunfo de Donald Trump y la derrota de Hillary Clinton
en las pasadas elecciones presidenciales norteamericanas respondió a un cambio
en la correlación de fuerzas al interior de la oligarquía de EEUU. La
prolongada crisis del capitalismo y la ‘recesión secular’ que se inició en 2008
contribuyó al surgimiento de una clase trabajadora descontenta y frustrada que
se alineó con la candidatura de Trump. La campaña del magnate de Manhattan fue
directo al yugular de la poderosa clase capitalista financiera (establishment)
identificada como la culpable de todos los males por los sectores sociales que
se empobrecen cada vez mas.
La derrota de Clinton, sin embargo, no puede reducirse sólo
a la nueva correlación de fuerzas. También se debe a errores cometidos por la
ex secretaria de Estado en la campaña y en su subestimación de los cambios
estructurales en estados claves de la unión norteamericana. Sus asesores
estaban concientes de las debilidades de Clinton pero creían que los
‘arrebatos’ de Trump la darían el triunfo.
Clinton sabía que para ganar tenía que asegurar el
comportamiento del electorado en 6 estados claves. El más importante era
Florida y también Carolina del Norte. Las encuestas aseguraban su éxito.
Además, apostaba que ganaría en los estados del cinturón industrial en
decadencia (rust-belt) desde Pensilvania hasta Wisconsin, pasando por
Ohio y Michigan. En total, los seis estados tienen 108 votos en el Colegio
Electoral. El colegio tiene un total de 538 miembros. Para ganar se necesita
una mayoría simple de 270 votos electorales.
Poco después de la medianoche del día de las elecciones, ya
se conocían los resultados: Trump 306 votos electorales contra 232 de Clinton.
La exsecretaria perdió los seis estados claves. En las elecciones de 2012,
Barack Obama ganó cinco de esos estados. Con sólo haber ganado los estados de
Michigan y Wisconsin (un total de 46 votos electorales) estaría preparando sus
maletas para entrar a la Casa Blanca. Los perdió por márgenes muy estrechos. En
Michigan perdió por un 0.4 por ciento (13 mil votos de un total de 4.7
millones). En Wisconsin perdió por 25 mil votos.
Si ganaba en Michigan y Wisconsin habría llegado a tener 286
electores y el pasaje seguro a su anhelada Casa Blanca. En el caso de Wisconsin
estaba tan confiada que no visitó el estado durante toda la campaña
presidencial. En Michigan – donde un republicano no ganaba desde Reagan en 1984
– sobre-estimó a la capacidad de sus capitanes sobre el terreno. Eran cuatro
estados con una población obrera abrumadora que no se cuadró con Hillary.
¿Por qué? Su apoyo a las políticas neoliberales de
flexibilización, externalización y de expansión imperial (guerras
internacionales) no entusiasmó a los votantes que salieron en 2012 a apoyar a
Obama. No fueron sólo los 48 mil votos en Michigan y Wisconsin que hundieron a
Clinton. Fueron los centenares de miles de ciudadanos – desconfiados y
frustrados con el establishment -
que derrotaron a Hillary y que de rebote le dieron el triunfo a Trump.
El área en que Trump genera más conflictos con el establishment y a escala global, es su
política en torno al comercio exterior. Los trabajadores norteamericanos, en
cambio, ven esta posición como la panacea y la solución a los problemas de
desempleo. Clinton no leyó correctamente las cartas sobre la mesa. En cambio,
Trump asumió el discurso populista: Nacionalista y proteccionista. Reconoce que
EEUU ha perdido su poder de antaño, especialmente en el campo de la producción.
Sin embargo, está seguro que el poder militar de EEUU puede compensar la
declinación económica. Ya anunció que pondrá fin a los tratados comerciales que
ha negociado EEUU en los últimos 20 años: desde NAFTA hasta el TTP. Tratará de
llevar las relaciones con China a un terreno más favorable a los intereses de
EEUU.
La gran masa de obreros ‘blancos’ golpeados por las
políticas neoliberales y la ‘depresión secular’, se sienten seguros que las
políticas de Trump la sacará de su actual miseria. Por otro lado, los
afro-americanos sienten que Trump es un aliado de los ultra racistas asociados
al Ku-Klux-Klan. Los ‘latinos’ sienten que el nuevo presidente iniciará una
cacería contra los llamados migrantes ‘ilegales’.
La pareja de elefantes que se pasearán por el ‘Oval Office’ es Wall Street y el establishment. Tienen el ‘sartén por el
mango’. Sin embargo, Trump ya demostró que puede llevarse el sartén sin
preocuparse del mango.
24 de noviembre de 2016.
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