EEUU se
encuentra en una campaña electoral que se definirá el 8 de noviembre de 2016
cuando los norteamericanos irán a las urnas para elegir un Presidente, 450
miembros del congreso nacional, 33 senadores y una variada gama de
gobernadores, alcaldes y miles de funcionarios locales. A escala nacional y
global el puesto más importante es la del Presidente quien es comandante en
jefe de las fuerzas armadas, ejecuta el presupuesto de varios millones de
millones (trillones) de dólares y cuyas decisiones afectan directa e
indirectamente a todos las personas que viven en ese país y en todo el mundo.
En la primera fase de la campaña – las llamadas primarias –
los candidatos que compiten por la nominación de su partido para Presidente se
presentan en concursos organizados en cada uno de los 50 estados federales.
Compiten por los delegados del estado a la convención nacional del partido. El
que llega a la convención con más de la mitad de los delegados es ungido como
candidato. Si ningún candidato tiene la mayoría, se hacen nuevas votaciones
dentro de la Convención hasta que uno alcance la mayoría.
La segunda fase de la campaña – unos tres meses – culmina
con las elecciones generales. La maquinaria partidista y el candidato se
movilizan para convencer al electorado sobre la bondad de sus propuestas. En el
siglo XX las campañas enfatizaron las cualidades personales del candidato (el
mejor comandante en jefe ‘guerrero’). El ganador es determinado por un intrincado
proceso electoral que no refleja la votación popular.
Las campañas electorales siguen un
conjunto de reglas definidas por la tradición. La primera regla es que los
candidatos no pueden cuestionar el orden establecido: el mercado monopólico. En
su discurso de despedida (1961) el presidente Eisenhower se atrevió a advertir
que EEUU ya se encontraba bajo el control de una tríada formada por el capital
industrial, la clase política y los intereses armamentistas.
No importa quién gane o pierda, mujer o especulador, las
instituciones establecidas se mantendrán intactas. Una vez establecidas las
reglas, los dos partidos construyen las ofertas para el consumo de la
población. Los candidatos salen a vender las ofertas como si fueran mercancías.
El mejor vendedor gana el concurso (las elecciones).
En la actual coyuntura electoral de 2016 en EEUU, quedan
tres aspirantes en las filas de los dos grandes partidos. Cuando comenzaron las
‘primarias’ eran un total de 21 pre-candidatos entre los dos partidos
políticos. En los dos extremos hay aspirantes a la Presidencia que ofrecen
políticas pocas veces vistas en EEUU. Por un lado, Bernie Sanders, quien se
proclama un ‘socialista demócrata’, ofrece políticas que pongan fin al
empobrecimiento creciente de los norteamericanos, incremento de los impuestos a
los ricos, educación superior gratuita, equidad de género, derechos de los
homosexuales. En el otro extremo, Donald Trump, especulador multi-millonario,
ofrece políticas que ‘haga grande nuevamente a EEUU’, la construcción de una
muralla gigante en la frontera con México, suspender la migración de musulmanes
a EEUU.
La candidata favorita, la demócrata Hilary Clinton, ha
tenido que manejar estos problemas sin ser necesariamente sus puntos más
fuertes. En lo referente a las migraciones mexicanas, los aspirantes se limitan
a la construcción de la muralla. En materia de salud no tienen propuestas. En
educación proponen la privatización como solución al colapso del sistema. Los
problemas del ambiente son reducidos a ‘locuras’. de los científicos.
En materia de política exterior, Trump plantea que hay que
revisar todos los tratados comerciales internacionales que ha celebrado EEUU en
los últimos 25 años. Trump también quiere neutralizar la creciente influencia
global de China e insinúa un acercamiento a Rusia. Con relación con el Medio
Oriente asegura que enviaría tropas a esa región para erradicar al llamado
Estado Islámico.
Trump defiende la venta de armas con pocos o ningún control
en los mercados locales. La venta de armas norteamericanas en el mercado
mundial ($500 mil millones de dólares anuales), o el tráfico de drogas ilícitas
($700 mil millones) o la producción y distribución de petróleo ($600 mil
millones) son temas que no mencionan los candidatos.
En una próxima entrega veremos porque Trump ganó la mayoría
de los delegados republicanos que irán a la Convención que lo proclamarará
candidato a la presidencia de EEUU. Se trata, sin duda, de una transformación
de la estructura social de EEUU que tendrá repercusiones muy importantes a
escala mundial, en América latina, incluyendo a Panamá.
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