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Thursday, June 30, 2016

Un balance de la gestión de Varela

La gestión del presidente Juan Carlos Varela, al cumplir dos años frente a la Presidencia de la República, (el 1 de julio) merece un balance. Hace poco más de dos años la ciudadanía sorprendió a todos dándole una mayoría relativa en las elecciones. Se decía que, entre los candidatos de los partidos tradicionales de la oligarquía panameña, era el menos malo.

El pueblo panameño no espera mucho del ocupante del Palacio de las Garzas. Le pide tres cosas al nuevo mandatario: Primero, respeto para los sectores sociales reprimidos. Segundo, erradicar la corrupción que corroe el país. En tercer lugar, promover una política exterior favorable para los intereses de todos los panameños.
Los sectores que dominan la economía del país, en cambio, si esperan mucho del presidente Varela. Para comenzar, mantener un ritmo de acumulación de riquezas basado en el despojo de los trabajadores. Además, organizar una alianza entre gobierno y empresa privada que le permita a esta última apropiarse de los contratos y concesiones más apetecibles. Por último, consolidar las relaciones entre la economía del país y los intereses de EEUU en el istmo.
Las encuestas que miden el desempeño de los políticos indican que el presidente Varela ha fracasado. Según éstas, sólo el 37 por ciento de los panameños consideran que el primer mandatario está haciendo un buen papel.
Las relaciones del gobierno con los sectores populares se iniciaron con malos augurios. El conflicto con el pueblo Ngobe-Buglé se agudizó con la ambigüedad mostrada en torno a la represa de Barro Blanco. Por otro lado, el Ministerio Público abrió expedientes contra varios ministros del gobierno anterior por delitos contra la cosa pública. Aún no se ven los resultados. El expresidente Ricardo Martinelli se auto-exilió en EEUU donde espera que se inicie un recurso de extradición.
Mientras que los imputados salían de sus encierros, por tecnicismos, comenzaron a producirse casos de corrupción en las propias filas del actual gobierno. A la falta de transparencia, se suman los tratados comerciales internacionales que arruinaron el  agro y acabaron con la industria. Los sindicatos y gremios han denunciado las políticas erradas del gobierno y exigen correctivos.
Los banqueros y rentistas tampoco le han dado buenas notas al gobierno panameño después de dos años de trabajo. La tasa de crecimiento anual de la economía ha disminuido significativamente. EEUU ha lanzado una campaña mediática de desprestigio contra Panamá promoviendo escándalos que van desde los papeles de Mossack y Fonseca, hasta las fallas de la recién inaugurada ampliación del Canal de Panamá. 
En resumen durante los primeros dos años de gobierno, el presidente Varela ha demostrado que no tenía un plan de trabajo cuando llegó al poder. Su equipo tampoco ha demostrado imaginación para enfrentar los retos tanto internos como externos. La falta de transparencia, la corrupción y la inseguridad siguen siendo problemas sin soluciones.
El presidente Varela puede sacar a relucir algunos logros importantes: La inauguración de las esclusas ampliadas, el inicio de los trabajos en la línea 2 del Metro y algunos otros proyectos iniciados por gobiernos anteriores. Sus fracasos son más notorios: El Canal de Panamá no se integra a un plan de desarrollo del país. El agro se encuentra en una crisis terminal. Tanto el sector educativo como los servicios de salud pública han colapsado sin perspectivas para una recuperación ni a largo plazo.
Mientras que Buenaventura (Colombia), Limón (Costa Rica), Mariel (Cuba) y otros puertos se preparan para servir de terminales de trasbordo para las mercancías que llegan al Canal de Panamá, las autoridades locales se pelean en torno al proyecto del puerto de Corozal en la entrada de la vía interoceánica. Panamá tiene condiciones para construir varios puertos de alto calado a lo largo de sus costas en dos océanos. Durante los dos últimos años no se ha trabajado en proyectos para el futuro del país. Sólo hay interés en las rentas que pueden generar las concesiones a corto plazo.
Las perspectivas son grises, especialmente si analizamos la nueva política de EEUU hacia Panamá. La correlación de fuerzas sociales en el país continúa favoreciendo a los rentistas y especuladores, en detrimento de los sectores productivos. Según estadísticas del gobierno, con Varela el 70 por ciento de las riquezas que se producen en el país se distribuyen entre unos pocos propietarios y sólo el 30 por ciento llega a la masa de los trabajadores asalariados.

30 de junio de 2016.

Thursday, June 23, 2016

Una voz africana rebelde contra la injusticia

¿Puede Africa darle lecciones al resto del mundo? En particular, ¿a los pueblos de América nuestra? Aminata Traoré, quien fuera ministra de Cultura y Turismo de Mali y candidata a la Secretaría General de las Naciones Unidas, genera fuertes debates cuando se refiere a los problemas mundiales de la coyuntura actual: El terrorismo, la democracia y el desarrollo. 

Los medios silencian las voces africanas. Parecieran no existir. Los periodistas Alex Anfrus y Elodie Descamps entrevistaron a Aminata Traoré en forma extensa. Aquí reproducimos lo esencial del mensaje que proyecta su voz a un mundo convulsionado y víctima del despojo.
¿Cómo analiza el fenómeno terrorista que asola África y todo el mundo?  
En primer lugar hay que analizar rigurosamente las causas: ¿Por qué ahora? ¿Y por qué por todas partes? Precisamente porque se han globalizado la injusticia, la desesperación y el desprecio. En la década de 1990, como consecuencia de las políticas de ajuste estructural, sonó la alarma: “cada año hay entre 100.000 y 200.000 jóvenes diplomados que llegan al mercado laboral y el modelo económico no crea empleo”. ¿Qué se puede hacer? A menudo los jóvenes solo pueden elegir entre el exilio y el fusil. Estos dos fenómenos contemporáneos y concomitantes están vinculados intrínsecamente al lamentable fracaso de un modelo económico que Occidente no quiere cuestionar.
Para muchos medios y analistas el yihadismo emanaría directa y principalmente de la religión. ¿Considera suficiente esa explicación?  
Si fuese así, ¿por qué no surgió mucho antes ese pensamiento del radicalismo religioso? Fue a partir de las décadas de 1980 y 1990 cuando numerosas personas abandonadas por culpa de las políticas neoliberales fueron a las mezquitas y al Corán a buscar respuestas al desempleo y a la exclusión. Si no hubiese sido así, en Irak los generales de Sadam Hussein no habrían encontrado islamistas en Abu Ghraib para sentar las bases del Estado Islámico. ¿Cómo llegaron a introducirse en los en los barrios pobres? ¿Por qué fascinan también a la “clase media”? Hay un vacío ideológico abismal que no se quiere reconocer.
Si en la actualidad los pueblos dispusieran de más justicia, más empleo y más respeto se podrían garantizar la paz y la seguridad, pero eso supondría que los que dominan deberían renunciar a parte de sus privilegios. No pueden. Eso sería hacerse el harakiri reconociendo que se equivocan. El modelo no crea empleo y no responde a las demandas sociales. Para disfrutar hoy de la paz, una paz auténtica y estable, y de la seguridad humana –que no hay que confundir con la “segurización” - hay que introducir en el debate los asuntos mineros, petroleros y otros. Garantizar la seguridad humana a los individuos por medio del empleo, la sanidad, la educación y otros servicios sociales básicos considerados gastos improductivos.
¿Cuáles son, desde su punto de vista, los desafíos de la sociedad civil y de los intelectuales africanos del siglo XXI?
Hay que ir más lejos en el trabajo de desmontaje de las ideas recibidas y de descontaminación de las mentes sobre el crecimiento, la emergencia y otras historias absurdas. Si el sistema fuese bien, ¿por qué se encontraría Europa en una crisis existencial que la está conmocionando? Pienso que las soluciones prestadas han revelado sus límites a la luz de nuestras experiencias, de nuestras vivencias, de nuestras aspiraciones. Por desgracia una gran parte de los que se denomina “la sociedad civil” no se atreve a levantar las cuestiones que enfadan a los “donantes”. Localmente no pueden hacer nada sin la ayuda de la “comunidad internacional”.
Aminata Traoré concluye recordando a Patrice Lumumba el héroe moderno de Africa:
A muchas personas que habrían podido y quisieron hacer cosas se lo impidieron. El asesinato de Patrice Lumumba fue el acto fundacional del caos político. Los asesinatos políticos a lo largo de las década de 1960 y 1970 traumatizaron y disuadieron a los dirigentes que querían fundirse con sus pueblos.
En la actualidad, cuando hablamos de la sociedad civil, a menudo está formateada, es prudente e incluso timorata. Ahora está surgiendo un sentimiento de revolución interna frente a la segunda recolonización del continente que no deja indiferentes a los africanos. Hay que capitalizar esos esfuerzos de cuestionamiento para desarrollar nuestra capacidad de proposición, de anticipación y de acciones transformadoras de nuestras economías y de nuestras sociedades en el sentido del interés común.
Africa se prepara para darle lecciones al resto del mundo.

23 de junio de 2016.

Thursday, June 16, 2016

El Canal de Panamá sin plan de desarrollo nacional

La próxima semana se inaugura la ampliación del Canal de Panamá cuya construcción se inició hace nueve años y cuyo costo final aún está por determinarse. En todo caso, superará los $5,25 mil millones presupuestados. La vía interoceánica se abrió por primera vez en 1914 para servir en especial la ruta entre las costas oriental (Nueva York) y occidental (San Francisco) de EEUU. En la actualidad, gran parte del comercio marítimo que hace uso del Canal navega por la ruta China oriental (Shanghai) y las costas este y del golfo de México (EEUU).

La vía es administrada por el gobierno panameño a través de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) desde 2000. El traspaso por parte de EEUU a Panamá fue el resultado del Tratado del Canal de Panamá cuya negociación culminó en 1977 bajo la dirección del general Omar Torrijos. En el mismo tratado entre Panamá y Washington, se acordó poner fin a la ‘Zona del Canal’ y evacuar todas las bases militares norteamericanas en el Istmo.
La ampliación del Canal consiste en la construcción de un tercer juego de esclusas para acomodar barcos de hasta 150 mil toneladas de desplazamiento. Además, se ampliaron las vías de acceso y se profundizó el Canal para aumentar el calado de los barcos que navegan por sus aguas. En el mundo sólo hay un Canal con características similares al panameño: El Canal de Suez en Egipto.
Cruzan el canal cerca de 12 mil naves al año, pagando peajes anuales de aproximadamente $2.5 mil millones. Esta suma contrasta con los ingresos anuales  de un millón de dólares que recibía Panamá por parte de EEUU antes de 2000. La ACP y el gobierno panameño aseguran que con las nuevas esclusas los ingresos crecerán significativamente. El fisco recibe anualmente - directamente de la administración de la vía - mil millones de dólares que es ingresado al presupuesto nacional.
El Canal de Panamá ha logrado mantenerse – en parte – libre de la corrupción que caracteriza a las instituciones privadas y públicas del país. Sin embargo, cuenta con una directiva compuesta de 11 empresarios cuyos antecedentes no se libran de cuestionamientos. La construcción de la ampliación estuvo marcada por sobreprecios y adendas cuestionadas por su falta de transparencia. La empresa contratada para la magna obra de las esclusas se caracterizó por su falta de ética, su mal manejo de la relación con los trabajadores y desgreño administrativo.
Una crítica al proyecto de ampliación del Canal de Panamá consiste en que los gobiernos no contemplan la integración de este enorme activo a la economía nacional. Seguirá siendo un negocio en el contexto de las operaciones financieras que se realizan en las capitales mundiales, especialmente Nueva York. Todavía tiene que poner a prueba los estudios de impacto ambiental que señalan la posibilidad que los lagos de la vía sean invadidas por agua salada. Otro problema que enfrenta la vía consiste en la falta de agua en el futuro para satisfacer las demandas de los barcos que transitan por la ruta.
A su vez, la Unión de Capitanes y Oficiales de Cubierta del Canal de Panamá denunció un plan para la privatización de la vía interoceánica. Se señala que la ACP pretende convocar a la licitación del servicio de remolcadores en las entradas de mar, en el Caribe y en el Pacífico, para su manejo por empresas extranjeras. Iván de la Guardia, secretario general de la Unión, afirmó que dispone de evidencias de ese plan, que “atenta contra los intereses del pueblo panameño y su histórica lucha por la soberanía”.
Subrayó que el Sindicato dispone de información que confirma que desde 2013, altos funcionarios de la ACP “se encuentran involucrados en un plan para limitar nuestro legítimo ejercicio de libertad sindical” en la vía acuática. Sin embargo, la ACP ha negado esos señalamientos.
En 2014, el sindicato denunció los intentos de la ACP de desarticular el sindicato, con el presunto objetivo de reducir las protestas en contra de la privatización de servicios. Esa denuncia fue rechazada por autoridades canaleras. Las negociaciones entre ese sindicato y la ACP están actualmente estancadas.
Los conflictos que se avecinan en torno al Canal de Panamá constituyen alarmas que debe tomar en cuenta el gobierno. Para ello debe reorientar su política de convertir la vía en un negocio para unos pocos especuladores y garantizar su integración a un plan de desarrollo nacional.

16 de junio de 2016.                       

Thursday, June 9, 2016

El fenómeno Trump

EEUU es un país con 300 millones de habitantes, con la economía más grande del mundo, moviliza las fuerzas armadas más poderosas sobre la tierra y tiene la ‘máquina’ propagandística-cultural más rica en la historia de la humanidad. Para manejar este enorme poderío ha tejido a lo largo de décadas, más de dos siglos, un aparato político capaz de enfrentar retos y movilizar millones de personas. El sofisticado engranaje es la llamada democracia.

El núcleo central de este complejo sistema lo controla un conjunto de instituciones e individuos que en EEUU es identificado como el “establishment”. Son los guardianes del orden establecido y son los responsables de mantener la hegemonía sobre los diferentes sectores del país de tal manera que los cambios no perjudiquen los intereses creados. Cada cuatro años convocan elecciones para elegir líderes políticos, incluyendo al presidente de EEUU.
El proceso es supervisado por el establishment para garantizar que no se produzcan sorpresas y no sean elegidos candidatos que se salgan de las normas aceptadas.
Entre las normas, la más importante es garantizar la reproducción del sistema que protege los resortes económicos de propiedad y represión (violencia). Para lograr este fin, el establishment cuenta con dos partidos políticos: uno más conservador (Republicano) y el otro más liberal (Demócrata).
En la campaña electoral de 2016 salió a relucir dentro del Partido Republicano una masa electoral que respaldó al candidato menos comprometido con el orden tradicional: Donald J. Trump. Su mensaje se dirige a una población electoral de hombres ‘blancos’ frustrados sin empleo, sin vivienda propia y sin seguridad social. Esa masa sorprendió a los ‘expertos’  y arrasó en las primarias. Le dio a Trump los delegados que lo van a coronar candidato Republicano.
Los ‘conservadores’ que planteaban políticas de austeridad fiscal, así como servicios de salud y educación privados fueron desplazados por Trump. El candidato multimillonario de Nueva York no le hizo caso a los postulados del segmento conservador del Partido Republicano. Incluso, durante las primarias, fue ambiguo en muchos puntos sacrosantos para las iglesias evangélicas (aliadas estratégicas del Partido Republicano). En cambio, Trump arremetió contra los migrantes mexicanos, los afronorteamericanos, las mujeres y los musulmanes. Prometió acabar con los tratados de libre comercio, destruir militarmente al ‘Estado Islámico’ y “rescatar nuevamente la grandeza de EEUU”.
Trump parece entender que las capas medias norteamericanas que constituían la base de los partidos políticos de EEUU, durante la segunda mitad del siglo XX, en la práctica han desparecido. Logró conectar con el votante medio norteamericano que quiere rescatar un imaginario del pasado que pareciera mejor. Este sector del electorado cree que los migrantes, las mujeres y los musulmanes son sus enemigos.
El mensaje de Trump logró despertar este sector de la derecha política que no tenía un abanderado. Rechazan, igual que Trump, a los empresarios que exportaron sus empleos a otros países. Durante las primarias Trump  desplazó el centro tradicional de la derecha norteamericana a posiciones más radicales. La estrategia de Trump será, a partir de junio, atraer a los jóvenes frustrados del Partido Demócrata que apoyan al senador Bernie Sanders. Cree que éstos no apoyarán a la candidata demócrata Hilary Clinton, que consideran demasiada comprometida con el status quo.
Si Trump gana las elecciones, cuenta con el apoyo estratégico de un relativamente pequeño pero poderoso sector del establishment que ha sido marginado del poder desde los tiempos de Nixon. Se trata de los antiguos capitanes de la industria norteamericana desplazados por el sector financiero ‘globalizado’. En política exterior, Trump es ‘alumno’ de Henry Kissinger quien promueve un acercamiento a Rusia, contrario a la posición prevaleciente en los círculos dominantes de EEUU.
Trump quiere convertir a Rusia en un aliado “subordinado” igual que las otras antiguas potencias europeas. Incluso, visualiza a la OTAN moviendo sus tropas del centro de Europa hasta las fronteras de China. Es la política de ‘contención’ tan acariciada por Kissinger en sus buenos tiempos.
Ideológicamente, Trump es un populista de derecha, que movilizará a los norteamericanos contra los partidos políticos como una táctica para las elecciones, pero no creará un movimiento político capaz de retar el establishment. En este sentido, Trump no tiene una agenda política fascista, aunque su discurso lo aparenta. 
Si llega a la Presidencia, Trump dice que sus proyectos serán pagados por trabajadores extranjeros. Sin embargo, serán los trabajadores norteamericanos que llevarán la mayor parte de la carga (incremento de impuestos y pérdida de más empleos) para financiar sus proyectos de expansión y ‘grandeza’ que promete en sus arengas.
Panamá, 9 de junio de 2016.                                                                        
                                                                            


Thursday, June 2, 2016

Las elecciones en EEUU: Una mujer vs un especulador


EEUU se encuentra en una campaña electoral que se definirá el 8 de noviembre de 2016 cuando los norteamericanos irán a las urnas para elegir un Presidente, 450 miembros del congreso nacional, 33 senadores y una variada gama de gobernadores, alcaldes y miles de funcionarios locales. A escala nacional y global el puesto más importante es la del Presidente quien es comandante en jefe de las fuerzas armadas, ejecuta el presupuesto de varios millones de millones (trillones) de dólares y cuyas decisiones afectan directa e indirectamente a todos las personas que viven en ese país y en todo el mundo.

En la primera fase de la campaña – las llamadas primarias – los candidatos que compiten por la nominación de su partido para Presidente se presentan en concursos organizados en cada uno de los 50 estados federales. Compiten por los delegados del estado a la convención nacional del partido. El que llega a la convención con más de la mitad de los delegados es ungido como candidato. Si ningún candidato tiene la mayoría, se hacen nuevas votaciones dentro de la Convención hasta que uno alcance la mayoría.
La segunda fase de la campaña – unos tres meses – culmina con las elecciones generales. La maquinaria partidista y el candidato se movilizan para convencer al electorado sobre la bondad de sus propuestas. En el siglo XX las campañas enfatizaron las cualidades personales del candidato (el mejor comandante en jefe ‘guerrero’). El ganador es determinado por un intrincado proceso electoral que no refleja la votación popular.

Las campañas electorales siguen un conjunto de reglas definidas por la tradición. La primera regla es que los candidatos no pueden cuestionar el orden establecido: el mercado monopólico. En su discurso de despedida (1961) el presidente Eisenhower se atrevió a advertir que EEUU ya se encontraba bajo el control de una tríada formada por el capital industrial, la clase política y los intereses armamentistas.

No importa quién gane o pierda, mujer o especulador, las instituciones establecidas se mantendrán intactas. Una vez establecidas las reglas, los dos partidos construyen las ofertas para el consumo de la población. Los candidatos salen a vender las ofertas como si fueran mercancías. El mejor vendedor gana el concurso (las elecciones).
En la actual coyuntura electoral de 2016 en EEUU, quedan tres aspirantes en las filas de los dos grandes partidos. Cuando comenzaron las ‘primarias’ eran un total de 21 pre-candidatos entre los dos partidos políticos. En los dos extremos hay aspirantes a la Presidencia que ofrecen políticas pocas veces vistas en EEUU. Por un lado, Bernie Sanders, quien se proclama un ‘socialista demócrata’, ofrece políticas que pongan fin al empobrecimiento creciente de los norteamericanos, incremento de los impuestos a los ricos, educación superior gratuita, equidad de género, derechos de los homosexuales. En el otro extremo, Donald Trump, especulador multi-millonario, ofrece políticas que ‘haga grande nuevamente a EEUU’, la construcción de una muralla gigante en la frontera con México, suspender la migración de musulmanes a EEUU.
La candidata favorita, la demócrata Hilary Clinton, ha tenido que manejar estos problemas sin ser necesariamente sus puntos más fuertes. En lo referente a las migraciones mexicanas, los aspirantes se limitan a la construcción de la muralla. En materia de salud no tienen propuestas. En educación proponen la privatización como solución al colapso del sistema. Los problemas del ambiente son reducidos a ‘locuras’. de los científicos.
En materia de política exterior, Trump plantea que hay que revisar todos los tratados comerciales internacionales que ha celebrado EEUU en los últimos 25 años. Trump también quiere neutralizar la creciente influencia global de China e insinúa un acercamiento a Rusia. Con relación con el Medio Oriente asegura que enviaría tropas a esa región para erradicar al llamado Estado Islámico.
Trump defiende la venta de armas con pocos o ningún control en los mercados locales. La venta de armas norteamericanas en el mercado mundial ($500 mil millones de dólares anuales), o el tráfico de drogas ilícitas ($700 mil millones) o la producción y distribución de petróleo ($600 mil millones) son temas que no mencionan los candidatos.
En una próxima entrega veremos porque Trump ganó la mayoría de los delegados republicanos que irán a la Convención que lo proclamarará candidato a la presidencia de EEUU. Se trata, sin duda, de una transformación de la estructura social de EEUU que tendrá repercusiones muy importantes a escala mundial, en América latina, incluyendo a Panamá.

2 de junio de 2016.