Los medios de comunicación del establishment – incluyendo los de Panamá – se encuentran en una
guerra permanente de desinformación y tergiversación. La opinión pública
consume regularmente medias verdades e, incluso, mentiras: Las guerras
calientes, las guerras de bajo perfil, las campañas políticas y también en
materia de salud. Hace poco se declaró una ‘alerta’ en el campo de la salud
pública asociada con el virus zika. El virus es transmitido por el mosquito
aedes. Existe hace 60 años en Africa y el año pasado cruzó el Atlántico y se
disemina por todo el continente americano.
Mientras que las noticias sobre las guerras calientes
garantizan la venta creciente de armas a escala global, las informaciones en
torno a las enfermedades (dengue, ébola, chikungunya, zika)
promueven los negocios de las farmacéuticas. El zika ha sido vinculado a la microcefalía
creando un alto grado de preopucación – pánico – entre la población. Son
informaciones que reúnen medias verdades o mentiras para crear condiciones
favorables para hacer grandes negocios y estimular las ganancias.
Es muy interesante observar como en Canadá hay
investigadores haciendo negocios trabajando en técnicas para interrumpir el
ciclo de enfermedades como el zika, transmitido por el mosquito aedes. La
Universidad de Johns Hopkins informa que sus laboratorios hacen estudios sobre
la relación entre la microcefalía y el virus zika. ¿Son estudios científicos o
hay interés en obtener beneficios económicos extraordinarios? ¿Por qué no
investigan la relación entre los casos de microcefalía y el uso de pesticidas y
otros tóxicos en las enormes fincas agro-exportadoras donde se producen estos
nacimientos?
En Panamá no hay investigadores trabajando en estas áreas. Urge
que se hagan estudios científicos para saber a qué atenernos. En Panamá
elegimos dirigentes nacionales y locales cada cinco años. Son responsables del
diseño de las políticas nacionales. El pueblo panameño les proporciona recursos
a estos 'políticos' electos por un impresionante monto cercano a los $20 mil
millones anuales. Cada panameño aporta en promedio 6 mil dólares al año al
presupuesto nacional. Sin embargo, sólo el 0.2 por ciento (cerca de $40
millones) es dedicado a la investigación científica.
Panamá tiene los investigadores e incluso las instituciones
para explorar a fondo la conducta del mosquito y su peligro para la población
humana. Hay universidades, hay institutos, hay ministerios que - cada uno por
su lado o en forma coordinada - pueden atacar el problema y acabar con la
amenaza.
¿Por qué no están trabajando a tiempo completo para
erradicar el peligro que representa el zika para la salud? La respuesta es sencilla:
No es una prioridad. Los políticos que ocupan los puestos de elección popular
(Presidente y otros) que controlan el presupuesto nacional ($20 mil millones)
tienen otras prioridades. Por ejemplo, contemplan invertir $700 millones en una
Ciudad de la Salud (ex-Hospitalaria) que no tiene objetivos ni metas. Es un
negocio redondo para los políticos corruptos que hacen negocios con los
recursos del país. Hace poco un
laboratorio anglo-norteamericano le vendió a nuestros políticos un proyecto que
contemplaba poblar el país con mosquitos con genes modificados. Mañana quizás
compraremos 'trampas' hechas en Canadá para combatir al mosquito. Soluciones a
medias, que no resuelven el problema.
Hay que construir los laboratorios necesarios para que los
investigadores panameños realicen su trabajo y desarrollen las técnicas más
adecuadas para erradicar las enfermedades asociadas al mosquito aedes. Panamá
tiene los científicos en los campos más variados para abordar el problema. Hay
que ponerlos a trabajar.
Podemos recurrir a las técnicas del antiguo SNEM,
desmantelado irresponsablemente por el gobierno en 1997. Pero hay que innovar
en áreas aún por conocerse. Para ello se necesitan científicos - tanto
naturales como sociales - que exploren el ambiente (relación entre naturaleza y
sociedad) y propongan soluciones. ¿Cuántos dólares, cuántas instituciones,
cuántos investigadores se necesitan?
En Brasil están investigando si los mosquitos genéticamente
modificados tienen que ver con la epidemia del virus zika. El laboratorio
inglés que promovía estos experimentos fue comprado por una empresa
norteamericana – Intrexon – que tiene una estructura especializada en hacer
negocios.
“Es un enfoque experimental que no ha tenido éxito y puede
causar más daño que bien”, advirtió en 2012 Helen Wallace, directora del Instituto
GeneWatch, en declaraciones a ‘The Guardian’. Los medios de comunicación
tienen que saber distinguir que es una noticia basada en investigaciones
científicas y cuáles son las que promueven algunos laboratorios interesados en
incrementar sus ganancias.
10 de marzo de 2016.
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