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Thursday, March 31, 2016

El crecimiento de “la desigualdad se está acelerando”


Hace apenas seis años, en 2010, sólo 388 personas poseían la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial. La mitad más pobre representa más de 3.5 mil millones de habitantes. Lo que es aún más increíble es que el año pasado – 2015 – sólo 65 personas concentraban la mitad de todas las riquezas en el mundo. Vivimos en un sistema concentrador y excluyente.

Según Winnie Byanyima, de Oxfam Internacional, “no podemos aceptar que la mitad más pobre de la población mundial posea la misma riqueza que un puñado de personas ricas que cabrían sin problemas en un autobús”. Señala que “la tendencia ascendente de la desigualdad se está acelerando. No podemos seguir permitiendo que cientos de millones de personas padezcan hambre mientras que las élites económicas absorben los recursos que podrían ayudar a estas personas”.
En el caso de Panamá, la situación es igual o peor. Según cifras gubernamentales, desde la invasión militar norteamericana de 1989, las remuneraciones de los trabajadores, profesionales y asalariados, en general, se duplicaron. En cambio, las ganancias de los empresarios se multiplicaron quince veces. Si un trabajador tenía un salario de 250 dólares al mes en 1990, era probable que en 2015 su salario podía ser era igual a 500 dólares. En cambio, si un empresario mediano tenía ganancias de 50 mil dólares al año en 1990, su ingreso sería 750 mil dólares en 2015.
Si incorporamos la inflación al cálculo, el trabajador estaría recibiendo, en la actualidad, un salario inferior al que tenía en 1989. Lo que las cifras no dicen en forma clara es que gracias a las políticas neoliberales (flexibilización, desregulación y tratados comerciales), el número de trabajadores ha disminuido significativamente. Mientras que en 1989 sólo el 10 por ciento de los trabajadores asalariados (incluyendo profesionales) eran informales (sin seguridad social o contrato de trabajo), en 2015 la cifra superaba el 40 por ciento. Es decir, conseguir un empleo formal remunerado en Panamá es muy difícil. Especialmente, si el que busca el empleo es un joven… y mujer
La situación afecta también a los pequeños y medianos empresarios. Según cifras gubernamentales, cada vez hay menos panameños que incursionan en el mundo de la producción u otras actividades empresariales. Muchos emprendedores son expulsados del mercado por falta de crédito o por leyes que los desfavorecen. Sólo teniendo en cuenta el sector agropecuario, son miles de pequeños y medianos agricultores panameños que han tenido que abandonar sus fincas - incluyendo tierras, máquinas e infraestructura – por competencia desleal promovida por los gobiernos de turno.
El actual gobierno neoliberal cree, al igual que los anteriores, que con paliativos como “120 para 65” reducirá la pobreza y la creciente desigualdad. El equipo que trabaja con el presidente Varela conoce muy bien las cifras de la pauperización pero continúa aplicando medidas que sólo favorecen a los inversionistas más ricos del país y extranjeros. Ahora anuncia que pretende aumentar nuevamente la edad de jubilación, reducir el número de beneficiarios por asegurado y reducir los beneficios de los programas de salud. Obviamente los incrementos de las cuotas del Seguro y las medidas de austeridad beneficiarán directamente al 1 por ciento de los más ricos que ya se apropian sin trabajar del 30 por ciento de las riquezas del país.  
La solución para estos problemas es técnicamente sencilla. Sin embargo, hay una estructura social que impide que se tomen las medidas políticas necesarias. Los más ricos son quienes controlan los resortes gubernamentales, son también quienes hacen y ejecutan las leyes. La primera medida consiste en que el 1 por ciento más rico, pague sus  impuestos. En la actualidad, no pagan impuestos sobre la renta, sobre las ganancias, sobre las propiedades que poseen ni sobre el patrimonio que declaran.
En segundo lugar, los miles de millones de dólares que recibe el fisco panameño en concepto de rentas que el mundo paga por el uso de nuestra posición geográfica tienen que invertirse en actividades productivas, tanto en la industria como en el agro. El modelo de desarrollo productivo generaría un desarrollo generalizado a lo largo del país. El crecimiento económico tendría un impacto sobre todas las regiones.
Por último, lo más importante, se crearía una fuerza de trabajo (‘capital humano’) altamente calificada que sería empleada formalmente, produciendo enormes riquezas, y consolidando familias y comunidades, capaces de aplastar el crimen organizado (corrupción) y el ‘pandillerismo’ (clientelismo).
31 de marzo de 2016.


Thursday, March 24, 2016

La apuesta de Obama en Argentina

El presidente de EEUU, Barak Obama, visitó a La Habana en lo que muchos consideran un viaje histórico. Sin duda, remecerá las relaciones entre ambos países y la correlación de fuerzas a escala global.
Muchos observadores pasan por alto que inmediatamente después de su encuentro en La Habana con el presidente Raúl Castro, el jefe de la Casa Blanca siguió su periplo por Argentina. Ayer se entrevistó con el mandatario recién electo de ese país, Mauricio Macri. El historiador argentino, Leandro Morgenfeld, analiza las razones detrás del largo viaje de Obama al Cono Sur.
“En primer lugar, dice Morgenfeld, Obama vino por motivos geoestratégicos. La Casa Blanca apuesta a reposicionarse en la región, después de una década de relativo relajamiento de su hegemonía… El triunfo de Macri impulsó una restauración conversadora en Nuestra América, que continuó con la derrota del chavismo en las elecciones legislativas en Venezuela, la nueva ofensiva contra el gobierno de Dilma Rousseff en Brasil y la reciente derrota de Evo Morales en su intento de habilitar una nueva reelección en Bolivia. Obama busca impulsar a Macri como un líder que termine de inclinar el tablero político regional, atacando a los adversarios de Washington”.
Segundo, según Morgenfeld, “Obama pretende incidir en la política interna de EEUU. Por un lado, contrarrestando las críticas ultraconservadoras que cuestionan su viaje a Cuba. Por el otro, la gira tiene un objetivo proselitista. El partido demócrata pretende volver a generar entusiasmo en el cada vez más numeroso y decisivo electorado de origen latinoamericano. Mostrarse interesado por la región podría impulsar el apoyo de millones de votantes a la candidatura de Hillary Clinton, en detrimento del xenófobo Donald Trump”.
En tercer lugar, apunta el historiador argentino, “Obama vino a impulsar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (conocido como TPP, por sus siglas en inglés). La expectativa, tal como declararon Macri y la canciller Susana Malcorra, es que Argentina se aproxime a la Alianza del Pacífico y, eventualmente, se incorpore al TPP. La reedición de una suerte de nuevo ALCA implicaría una mayor apertura económica y una disminución aún mayor del alicaído mercado interno argentino, en beneficio de las grandes trasnacionales y en perjuicio de las pequeñas y medianas empresas locales y de los trabajadores en general”.
Cuarto, “Obama llegó a Argentina a promover las inversiones y los intereses comerciales de sus empresas. Su gobierno criticó fuertemente a los Kirchner por el supuesto proteccionismo que limitaba las importaciones, pero en realidad EEUU goza de un amplio superávit comercial con Argentina y protege a sus productores agropecuarios con medidas paraarancelarias, provocando pérdidas millonarias para los argentinos, que hace tres años debió recurrir a la OMC para frenar esas arbitrariedades. Es de esperar que, como es habitual, el presidente estadounidense haga lobby para que las empresas de su país –muchas de las cuales dependen de acuerdos con el estado, como el caso de Chevron– obtengan tratos preferenciales por parte del gobierno argentino”.
En última instancia, quinto, “la visita pretende que el Pentágono y la DEA recuperen posiciones y puedan tener una injerencia mayor en temas internos muy sensibles, como el de la seguridad. Con la excusa del narcotráfico y el terrorismo, en los últimos años Washington desplegó decenas de bases militares de nuevo tipo por toda Nuestra América, horadando la soberanía de los países. En la mayoría de los países latinoamericanos se viene cuestionando este intervencionismo de EEUU, planteando el fracaso de la “guerra contra las drogas” promovida desde el gobierno de Nixon en la década de 1970, cuestionando instituciones heredadas de la guerra fría como el TIAR e impulsando su reemplazo por otros nuevas, como el Consejo Suramericano de Defensa. A contramano de esa tendencia, el nuevo presidente Macri explora un nuevo alineamiento. La ministra de seguridad, Patricia Bullrich, viajó a Washington para reunirse con funcionarios de la DEA y del FBI, para profundizar la “cooperación” entre los dos países”.
Morgenfeld concluye que, “Obama pretende conquistar, desde el punto de vista político, económico y militar un aliado estratégico en el Cono Sur. Además, Argentina es un país cuya historia es caracterizada por una política exterior no subordinada a Washington. La vuelta al paradigma de las relaciones carnales sería un grave retroceso no sólo para Argentina, sino para toda Nuestra América”. La gira de Obama - que incluyó Cuba y Argentina - tiene un fondo geopolítico que descubre el historiador argentino.

24 de marzo de 2016.

Friday, March 18, 2016

La visita de Obama a La Habana

Todo indica que las negociaciones entre Cuba y EEUU – iniciadas hace más de un año - en torno al futuro de las relaciones entre ambos países son difíciles y, además, insertas en un contexto muy ‘duro’. Washington quiere romper con el pasado anquilosado e inútil que representa su posición ofensiva frente a la isla caribeña. A su vez, La Habana no puede continuar su política heroica de más de 50 años de enfrentamiento con su vecino del norte. Están buscando un acuerdo satisfactorio para los dos países. ¿Estará EEUU en condiciones de negociar honestamente con Cuba?

Tanto Cuba como EEUU quieren continuar sus políticas pero utilizando otros instrumentos o tácticas. EEUU está decidida a seguir su estrategia hacia Cuba de ‘cambio de régimen’ pero reemplazando la política fracasada de ‘enfrentamiento’ por otra más ‘diplomática’. Igualmente, La Habana quiere poner fin al bloqueo norteamericano que ahoga sus intentos de avanzar económicamente pero sin abandonar lo que entiende por socialismo (bienestar social, equidad y oportunidades para todos los cubanos).
El presidente Barak Obama visitará La Habana con una agenda muy concreta que ha sido previamente discutida con el presidente Raúl Castro. No se espera algo nuevo. Más bien se harán declaraciones que son el resultado de las negociaciones realizadas en ambas capitales durante 2015 y 2016. Las declaraciones no sorprenderán a los observadores, pero si permitirán ver que se ha avanzado.
En primer lugar, Cuba demanda y EEUU acepta que es urgente poner fin al bloqueo que ya cumplió más de medio siglo. Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior de Cuba declaró recientemente “la necesidad de que el presidente Obama use todas las prerrogativas ejecutivas para desmantelarlo”. Según el secretario de Seguridad de la Casa Blanca, Ben Rhodes,  la posición de EEUU “es que el embargo debe levantarse. Por lo pronto, queremos considerar otros aspectos donde podamos abrir espacios que en definitiva beneficien al pueblo cubano”. ¿Cuáles son esos espacios? ¿Un cambio de régimen?

Segundo, hay que normalizar los viajes entre ambos países. En este punto Washington es muy ambivalente. Impide los viajes de cubanos a EEUU y condiciona los viajes de norteamericanos a Cuba. Según Rhodes, la administración de Obama sólo permitirá viajes a “los norteamericanos que deseen viajar a Cuba para vincularse con el pueblo cubano o para las personas de negocios de EEUU que quieren ayudar a los cubanos común y corrientes”. La declaración está en abierta contradicción con la larga lista de corporaciones monopolistas norteamericanas que están a la espera de un cambio de política en Washington para invertir en Cuba.

Tercero, hay que poner fin a la presencia militar de EEUU en la bahía de Guantánamo. La Habana privilegia el tema de la base militar en Guantánamo. Según el periodista August Arnold, “esta demanda es un símbolo de orgullo y dignidad nacional. Constituye un obstáculo para la normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU”. En cambio para EEUU, según Rhodes, “(los cubanos) insisten en que nuestra presencia allí no es legítima y que las instalaciones deben ser devueltas. Pero eso no está sobre el tapete como parte de nuestras conversaciones. Este es un tema que continúa siendo preocupante para ellos”. Todo indica que Washington quiere ignorar un punto que es esencial para los cubanos.

Cuarto, hay que suprimir la ley de ajuste de Washington que estimula la migración ilegal de cubanos a EEUU. La legislación crea obstáculos y genera situaciones irregulares que perjudican a los cubanos en todo el mundo. Sobre este punto, Rhodes aseguró que Obama no lo tratará en La Habana. “No estamos tratando de hacer cambios con respecto a la política migratoria. Nuestro enfoque es cómo pueden mejorar las condiciones en Cuba para que, con el tiempo, haya mayor oportunidad económica y menos necesidad de que los cubanos tengan que viajar al exterior”.

Obama encabeza una delegación de ejecutivos de corporaciones que quieren invertir en Cuba en áreas de poco beneficio para el desarrollo de la isla: hoteles, playas y clubes nocturnos. En cambio, el gobierno en La Habana busca relaciones en áreas de comercio agropecuario, salud y tecnología. Para muchos la visita de Obama a La Habana es un paso más hacia la normalización de las relaciones. El nuevo escenario podría dar lugar a una economía más heterodoxa que estimule el desarrollo de la isla. Según las declaraciones de Rhodes, esto no es lo que quiere Washington.
17 de marzo de 2016.

Friday, March 11, 2016

La ciencia contra el zika


Los medios de comunicación del establishment – incluyendo los de Panamá – se encuentran en una guerra permanente de desinformación y tergiversación. La opinión pública consume regularmente medias verdades e, incluso, mentiras: Las guerras calientes, las guerras de bajo perfil, las campañas políticas y también en materia de salud. Hace poco se declaró una ‘alerta’ en el campo de la salud pública asociada con el virus zika. El virus es transmitido por el mosquito aedes. Existe hace 60 años en Africa y el año pasado cruzó el Atlántico y se disemina por todo el continente americano.
Mientras que las noticias sobre las guerras calientes garantizan la venta creciente de armas a escala global, las informaciones en torno a las enfermedades (dengue, ébola, chikungunya,  zika) promueven los negocios de las farmacéuticas. El zika ha sido vinculado a la microcefalía creando un alto grado de preopucación – pánico – entre la población. Son informaciones que reúnen medias verdades o mentiras para crear condiciones favorables para hacer grandes negocios y estimular las ganancias.
Es muy interesante observar como en Canadá hay investigadores haciendo negocios trabajando en técnicas para interrumpir el ciclo de enfermedades como el zika, transmitido por el mosquito aedes. La Universidad de Johns Hopkins informa que sus laboratorios hacen estudios sobre la relación entre la microcefalía y el virus zika. ¿Son estudios científicos o hay interés en obtener beneficios económicos extraordinarios? ¿Por qué no investigan la relación entre los casos de microcefalía y el uso de pesticidas y otros tóxicos en las enormes fincas agro-exportadoras donde se producen estos nacimientos?
En Panamá no hay investigadores trabajando en estas áreas. Urge que se hagan estudios científicos para saber a qué atenernos. En Panamá elegimos dirigentes nacionales y locales cada cinco años. Son responsables del diseño de las políticas nacionales. El pueblo panameño les proporciona recursos a estos 'políticos' electos por un impresionante monto cercano a los $20 mil millones anuales. Cada panameño aporta en promedio 6 mil dólares al año al presupuesto nacional. Sin embargo, sólo el 0.2 por ciento (cerca de $40 millones) es dedicado a la investigación científica.
Panamá tiene los investigadores e incluso las instituciones para explorar a fondo la conducta del mosquito y su peligro para la población humana. Hay universidades, hay institutos, hay ministerios que - cada uno por su lado o en forma coordinada - pueden atacar el problema y acabar con la amenaza.
¿Por qué no están trabajando a tiempo completo para erradicar el peligro que representa el zika para la salud? La respuesta es sencilla: No es una prioridad. Los políticos que ocupan los puestos de elección popular (Presidente y otros) que controlan el presupuesto nacional ($20 mil millones) tienen otras prioridades. Por ejemplo, contemplan invertir $700 millones en una Ciudad de la Salud (ex-Hospitalaria) que no tiene objetivos ni metas. Es un negocio redondo para los políticos corruptos que hacen negocios con los recursos del país. Hace poco un laboratorio anglo-norteamericano le vendió a nuestros políticos un proyecto que contemplaba poblar el país con mosquitos con genes modificados. Mañana quizás compraremos 'trampas' hechas en Canadá para combatir al mosquito. Soluciones a medias, que no resuelven el problema.
Hay que construir los laboratorios necesarios para que los investigadores panameños realicen su trabajo y desarrollen las técnicas más adecuadas para erradicar las enfermedades asociadas al mosquito aedes. Panamá tiene los científicos en los campos más variados para abordar el problema. Hay que ponerlos a trabajar. 
Podemos recurrir a las técnicas del antiguo SNEM, desmantelado irresponsablemente por el gobierno en 1997. Pero hay que innovar en áreas aún por conocerse. Para ello se necesitan científicos - tanto naturales como sociales - que exploren el ambiente (relación entre naturaleza y sociedad) y propongan soluciones. ¿Cuántos dólares, cuántas instituciones, cuántos investigadores se necesitan? 
En Brasil están investigando si los mosquitos genéticamente modificados tienen que ver con la epidemia del virus zika. El laboratorio inglés que promovía estos experimentos fue comprado por una empresa norteamericana – Intrexon – que tiene una estructura especializada en hacer negocios.
“Es un enfoque experimental que no ha tenido éxito y puede causar más daño que bien”, advirtió en 2012 Helen Wallace, directora del Instituto GeneWatch, en declaraciones a ‘The Guardian’.  Los medios de comunicación tienen que saber distinguir que es una noticia basada en investigaciones científicas y cuáles son las que promueven algunos laboratorios interesados en incrementar sus ganancias.

10 de marzo de 2016.

Thursday, March 3, 2016

Las guerras globales y las potencias emergentes (IV)



Esta es la cuarta y última entrega de esta serie que analiza los conflictos globales que marcan el inicio del siglo XXI.
Las posibilidades en este momento de un triunfo electoral de Donald Trump en las elecciones de noviembre de 2016 en EEUU son cada vez menos remotas. Muchos de sus seguidores son elementos frustrados de la derecha norteamericana que hace poco simpatizaban con el Tea Party, grupo político que se inspiraba en los héroes de la guerra de independencia de EEUU (1776). Pero Trump también tiene un lazo muy interesante que lo une a los grandes capitalistas de su país así como del extranjero. Su visión del mundo no es liberal (ni neoliberal), más bien es conservadora. No apuesta a la inclusión. Más bien rechaza la visión “humanitaria” del capitalismo salvaje que promueven los Clinton, Bush y Obama (y sus antecesores).
Con relación a Rusia, Trump – al igual que Kissinger - propone la subordinación de Moscú a EEUU como aliado, similar a las antiguas potencias europeas (Gran Bretaña, Francia, Alemania) y Japón. Kissinger es partidario de la “integración” de Rusia al ‘orden internacional’. Trump sostiene que EEUU tiene que evitar que China y Rusia se junten.
Los otros pre-candidatos a la Casa Blanca son partidarios de las consignas de Brzezinski. Hillary Clinton, favorita del Partido Demócrata, es partidaria de la confrontación en la medida en que esta política estimula la industria armamentista. Según las encuestas en EEUU, la señora Clinton tiene las mayores probabilidades de ganar las elecciones en noviembre. Seguirá la misma política en el escenario mundial que sus predecesores: Subordinar a sus aliados, crear el caos en las regiones que pretenden ser más autónomas y destruir los países que escogen otro camino que no sea el ‘consenso’ de Washington.
Las guerras globales y las potencias emergentes del siglo XXI  impactan directamente a América latina. Sin duda, los próximos años y décadas serán testigos de grandes transformaciones. Los cambios pueden ser muy beneficiosos para los países de la región que saben aprovechar la coyuntura. En cambio, puede ser un período de transformaciones negativas para aquellos países que no actúan a tiempo.
Todo dependerá de las actuaciones de las clases sociales que tienen proyectos bien definidos y con capacidad de identificar a sus aliados, tanto a lo interno como en el resto de la región.
La historia del capitalismo demuestra que los imperios más poderosos pueden ser vencidos por quienes producen mercancías. Los ingleses en una pequeña isla derrotaron el Imperio español y después acabaron con los ejércitos de Napoleón. Pusieron a China de rodillas en el siglo XIX. Se enfrentaron con éxito a todos sus adversarios vendiendo mercancías a precios más baratos. Sólo fue en el siglo XX que fueron superados por los norteamericanos. Todo indica que los chinos, que han dominado el ‘arte’ de producir más, con mayor calidad y más barato, serán los nuevos líderes capitalistas en el siglo XXI.
En Inglaterra las mercancías baratas las producían los campesinos despojados de sus tierras, a lo largo del siglo XIX, que fueron transformados en obreros industriales. En EEUU la revolución industrial fue alimentada por 60 millones de campesinos que cruzaron el Atlántico para entrar a las fábricas de los Rockefeller, Ford y otros en el siglo XX. En China, la Revolución la hicieron mil millones de campesinos que en el siglo XXI constituyen un ejército compacto de 300 millones de obreros y creciendo.
Los ingleses, norteamericanos y chinos lograron estos avances sobre la base de una disciplina y un sentido nacionalista (endogamia rayando con la xenofobia) de sus clases dirigentes que explotaron a sus clases trabajadoras hasta el límite. En el caso de Nuestra América, se requiere disciplina, un nacionalismo económico y un sistema laboral justo, para alcanzar las metas de bienestar que anhelan los pueblos. La disciplina es necesaria para erradicar la corrupción y evitar la infiltración de intereses extranjeros que desestabilizan cualquier proyecto de nación. El nacionalismo económico consiste en la reducción de toda actividad a las demandas y los intereses del país y su población. El sistema laboral justo es que cada trabajador recibe lo que corresponde a su contribución a la producción del país. En los casos anotados, con excepción de la cuestión laboral, el desarrollo capitalista se basó en esos principios.
La emergencia de las nuevas potencias y los conflictos globales que se anuncian para un futuro no muy lejano, pueden provocar desajustes inimaginables. Nuestra América tiene que estar preparada para enfrentar esos escenarios con planes de contingencia y mucha inteligencia.

3 de marzo de 2016.